De Pádula a Cuatro Ciénegas: El camino de bodegas ferriño
Cuando en 1860 cuatro jovenes italianos llegaron a la Villa de Cuatro Ciénegas en Coahuila, no se imaginaron que dos de sus descendientes habrían de participar activamente en la lucha de la Revolución, pero tampoco pensaron que su iniciativa en actividades vitivinícolas habría de producir un vino que se convertiría en la bebida tradicional de las familias del norte del país y de otras tantas regiones de un país que apenas conocían.
No se sabe bien a bien por qué Miguel, Vicente, Pascual y Antonio Ferriño Lander salieron de Pádula, cerca de Salerno en la región de Campania, Italia, pero se sabe que llegaron acogidos por el gobierno mexicano que entonces daba la bienvenida a europeos para poblar zonas distintas de la República.
En Cuatro Ciénegas practicó la medicina herbolaria como servicio a la comunidad y luego de mucho esfuerzos, adquirió una considerable superficie plantada de viñedos que habría de transformar en una próspera vinícola que bautizó con el nombre de la Fronteriza.
Se dedicó entonces a producir vinos generosos y brandy que poco a poco empezaron a ser reconocidos por la gente del lugar. Por ese entonces conoció a Herminia Ramos Garza, con quien tuvo cinco hijas y seis hijos. Eran los tiempos en los que se desarrollaba en México la guerra de Reforma.
La Fronteriza, en esa época, incrementa su producción que ya se había expandido fuera de Coahuila. Cuatro Ciénegas empezaba a ser conocido como el lugar en donde se elaboraba, además de aguardiente y brandy, un vino tinto dulce llamado “Sangre de Cristo”. Este es un nombre enigmatico que, sin duda desde el principio, causó curiosidad por sus evocaciones místicas.
Detrás del nombre está la memoria y la nostalgia. Don Miguel recordaba que en su natal región de Campania existía, desde los principios del siglo XIX, la denominación de origen del vino Lacrima Cristi, nominativo que le inspiró el nombre para lo que él consideraba su mejor creación.
La distribución y alcance de sus productos se vio significativamente incrementada por la llegada del ferrocarril, en 1890. Antes, el único medio de transporte era el caballo, la diligencia y los grandes carretas tiradas por equinos a lo largo de caminos difíciles de transitar. Don Miguel, rápidamente, empezó a transportar sus vinos y destilados a Monterrey y la ciudad de México. También enviaba uva en furgones refrigerados con barras de hielo, además de otras mercancías y, por supuesto, botellas de vino.
Cuando en 1921,Don Miguel Ferriño fallece, las bodegas pasan a ser propiedad de sus once hijos, Enrique, Atilio y Miguel son los que mostraron más interés por la casa vinícola; son quienes le dan prioridad a la elaboración de vinos generosos tipo jerez, oporto y moscatel, al mismo tiempo que continúan con el ya muy reconocido “Sangre de Cristo”
En 1955, se forma una sociedad con la participación de siete de sus hijos con el nombre de Bodegas Ferriño. Fernando Peraldi Ferriño, nieto del fundador, quien tenía amplios conocimientos en agronomía, es nombrado gerente general.
A partir de 1990, las siguientes generaciones directas del fundador se hacen cargo de la operación de Bodegas Ferriño, convirtiéndola así en la bodega vitivinícola más antigua de México que sigue siendo operada por los descendientes del fundador.
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